Finanzas emocionales

Las finanzas del corazón: El vínculo entre la economía y las emociones

Las finanzas y el corazón (o la emoción), son dos conceptos aparentemente incompatibles, pero están más interconectados de lo que podríamos imaginar.

Las finanzas del corazón son un concepto que nos recuerda que somos seres emocionales en un mundo económico, todos los días tomamos decisiones sobre el dinero y como gastarlo. Nuestras emociones influyen en nuestras decisiones financieras, y nuestras decisiones financieras, a su vez, afectan nuestras emociones y bienestar general.

Tradicionalmente, las finanzas se han centrado en el análisis de cifras, ingresos, gastos, presupuesto, etc. Los avances en la neurociencia y la psicología han revelado que nuestras decisiones económicas y financieras están fuertemente influenciadas por nuestras emociones y estados mentales. Ya he comentado en el artículo: ¿Por qué vivir de acuerdo a sus posibilidades financieras evita el estrés?, sobre como nuestra propio deseo de sobresalir, impresionar y ser aceptado, nos puede llevar a vivir fuera de nuestras posibilidades financieras, con todo los efectos negativos que eso conlleva. 

En este artículo, complementario al mencionado, exploraremos cómo nuestras emociones afectan las decisiones financieras y cómo estas, a su vez, influyen en nuestra salud emocional y bienestar general.

Las finanzas emocionales

Nuestros pensamientos, creencias y emociones tienen un papel significativo en nuestra relación con el dinero.

Las decisiones financieras pueden estar fuertemente influenciadas por emociones como el miedo, la codicia, la ansiedad, la felicidad y hasta el amor o lo que entendemos como «amor».  

El miedo a perder dinero, por ejemplo, puede llevar a una aversión al riesgo excesiva, lo que puede limitar las oportunidades de inversión y del disfrute del dinero, por miedo a perderlo, o gastarlo, inclusive privándose de cosas indispensables, limitando así el crecimiento del patrimonio familiar y pasando de la prudencia, a la tacañería.

Por otro lado, la codicia, puede impulsarnos a asumir riesgos excesivos, lo que puede conducir a pérdidas significativas, incluso a cometer delitos como aceptar sobornos u ofrecerlos, a cambio de algún beneficio, lo que puede poner en peligro nuestra libertad y el patrimonio familiar.

En el caso de América Latina y otras latitudes, constantemente nos enteramos de como funcionarios públicos con muchos años de trayectoria y algunos con buenos salarios inclusive, se corrompen aceptando sobornos, para facilitar ciertos actos a favor de una persona o empresa en particular, y pierden en un momento, todo lo construido durante años de trabajo, dejando a sus familias en condiciones precarias.

El «amor» también puede justificar compras no indispensables u onerosas, tal es el caso del padre que le compra de todo a sus hijos, con tal de que estos no se queden atrás de sus amigos, aún cuando sus posibilidades económicas, no son las mejores para cumplir con los deseos de sus hijos.

También está el caso del novio, que, con tal de impresionar a su pareja, realiza gastos excesivos así sus ingresos y obligaciones, no se lo permitan.

La psicología del consumo

Las emociones pueden influir en nuestras compras impulsivas, donde buscamos satisfacer necesidades emocionales a través del consumo material.

Como se señala en el artículo: El ropero de Raquel o la efímera satisfacción de la compra impulsiva, las compras impulsivas nos hacen “felices”, por un instante (literalmente) y a veces, las usamos para lidiar con una serie de emociones a manera de “escape de nuestra realidad”.

El efecto de la compra es efímero, y una vez que esta compra se adquiere, deja de tener un efecto positivo, y se pasa al deseo de comprar otra cosa, cuyo efecto placentero termina al adquirirla y se repite nuevamente el ciclo.

La publicidad y el marketing aprovechan nuestras emociones para crear un vínculo entre un producto y la sensación de felicidad o bienestar.

Tengamos claro que ese vínculo o conexión entre la felicidad y usar determinada marca de ropa, vehículo o bolso, no brinda la felicidad o bienestar a largo plazo, más bien lo hace de forma efímera y eventualmente, puede constituirse en un problema si esto contribuye a nuestro endeudamiento.

Repercusiones del consumo emocional

La deuda puede generar una carga emocional considerable, especialmente cuando no podemos cumplir con los pagos o sentimos que estamos perdiendo el control de nuestras finanzas al no poder cubrir los gastos corrientes del hogar, tal y como se explicó en el artículo: El valor emocional del gasto.

La tensión financiera puede tener un impacto significativo en nuestra salud emocional y bienestar general. El estrés relacionado con las finanzas puede desencadenar ansiedad, depresión, preocupación, entre otros, afectando nuestra calidad de vida y nuestras relaciones interpersonales.

Las preocupaciones emocionales pueden convertirse en un ciclo nefasto, ya que el estrés permanente también puede llevar a la toma de decisiones financieras erróneas (como tomar créditos de alto riesgo) y desencadenar problemas de salud como los mencionados. Sin embargo, no quiero satanizar el crédito, porque al final es una herramienta financiera que bien utilizada, puede colaborar a cumplir con algunos de nuestros objetivos en la vida, siempre y cuando no nos dejemos llevar por las emociones, sino por la razón.

crisis financiera
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¿Cómo evitar que nuestras emociones lideren nuestras decisiones financieras?

El saber cómo nos hacen reaccionar algunas emociones como la felicidad, la tristeza o la ansiedad, respecto a nuestras finanzas, puede servir de contención para evitar gastos innecesarios, alejarnos de las tentaciones y evitar cometer actos de los cuales nos podamos arrepentir en el futuro.

Lo anterior acompañado de una adecuada educación financiera puede empoderarnos para tomar decisiones más inteligentes y conscientes, en este sentido, hay algunas estrategias que podrían ayudarnos a minimizar la influencia de las emociones sobre nuestras finanzas.

tranquilidad con educación financiera
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Planificación Financiera : Elaborar un plan financiero sólido que incluya metas claras y un enfoque a largo plazo puede brindarnos tranquilidad y un sentido de dirección en nuestras finanzas.

Presupuesto: Llevar un registro detallado de nuestros ingresos y gastos nos permite tener un mayor control sobre nuestras finanzas y evitar gastos excesivos.

Reserva de Emergencia : Contar con un fondo de emergencia nos brinda seguridad y nos permite afrontar situaciones imprevistas sin afectar nuestra estabilidad financiera.

Educación financiera continua: Mantenernos informados sobre temas financieros nos ayuda a tomar decisiones más sabias y estar preparados para los desafíos financieros que puedan surgir, haciendo que prevalezca la razón y no la emoción.

Reflexión

Al reconocer la importancia de las emociones en nuestras finanzas y tomar medidas para mejorar nuestra inteligencia emocional, educación financiera y planificación a largo plazo, podemos avanzar hacia una vida más próspera y satisfactoria desde el punto de vista financiero y emocional.

El entendimiento de esta interconexión emociones-dinero, puede ayudarnos a cultivar una relación más saludable con el dinero, gestionar el estrés financiero y alcanzar un mayor bienestar emocional.

Si cree que esta información puede ser útil para su familia y amigos, compártala en sus redes sociales, juntos, podemos aprender mucho entre todos.

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Gerardo Calvo es Licenciado en Administración de Negocios con énfasis en Finanzas de la Universidad de Costa Rica. Posee una maestría en Gerencia de Proyectos de la Universidad Estatal a Distancia en Costa Rica. Es egresado del curso “Formación de Agentes Corredores de Bolsa”, (INDECAB) y egresado del curso para Asesores de Fondos de Inversión de la Cámara Nacional de Sociedades de Fondos de Inversión de Costa Rica. Se ha desempeñado como Ejecutivo de Fondos de Ahorro y Pensión en dos operadoras de pensiones. También se ha desempeñado como Ejecutivo de Banca Corporativa y fue miembro de una Comisión de Crédito en la banca pública de su país. Cuenta con una trayectoria de 23 años en entidades financieras.